Si pudiste gestarlo nueve meses, podes gestarlos nueve más, el útero que hacen tus brazos

El ser humano nace prematuro con respecto a otras especies mamíferas justamente para poder atravesar con la cabeza el canal de parto. La cría humana tarda alrededor de nueve meses en deambular por sus propios medios. Hoy, los especialistas advierten un periodo de gestación extrauterina luego del parto, por lo que se reconoce la importancia de replicar las condiciones de la panza fuera de esta. Pensemos qué tenía el bebé dentro del útero: temperatura perfecta, alimentación constante, su cuerpo plegado, el sonido del corazón y la digestión materna, el ritmo respiratorio, movimiento, luces suaves, voces amortiguadas y todo su cuerpo en contacto. Lo ideal para recuperar todas estas sensaciones es el abrazo piel con piel, estar a upa, succionar el pecho materno y descansar sobre el cuerpo de los papás, en lo posible recuperando la posición fetal. Bien-criar es darles a los niños lo que necesitan y lo que necesitan es estar en contacto y comunicación con los seres que los aman, los miran y los respetan. Naturalmente no hay nada más placentero para los padres que ofrecerles este contacto.

 

Una mamá y un papá son muy poco para criar un hijo. Se necesita una red de sostenes

Antiguamente vivíamos en sociedades donde el nacimiento de un niño era un acontecimiento familiar en el que cada uno tenía su rol; mientras la madre cuidaba del bebé, había abuelas, tías y ayudantes que colaboraban con la casa, con los niños mayores y conteniendo a la madre en su período más sensible: el puerperio. Hoy en día muchas veces los padres pasamos días encerrados en departamentos con los niños pequeños. Y cuidar un bebé resulta mucho más difícil que coordinar veinte empleados. El niño agota ciento por ciento la energía física y emocional. El ritmo del bebé es cíclico y se renueva cada dos o tres horas. Parece que no hay descanso. Entonces tenemos que aprender a pedir ayuda, rodearnos de las personas que nos hagan sentir en confianza para llorar, gritar y poder pedir. Valen todas las compañías que no disparen consejos ni juicios, sino que sostengan emocionalmente, hagan una rica comida o ceben un mate. Eso se llama red de sostenes. Saber qué pedirle a quién y vivir la maternidad con mucha humildad, sabemos que solos no podemos.

 

Fragmento del libro “Dar la teta” de Violeta Vazquez.