La naturaleza privilegia al más pequeño

Cuando una mamá que está amamantando vuelve a quedar embarazada, sigue produciendo leche hasta los días anteriores al parto en los que comienza a producir calostro de nuevo, porque la naturaleza privilegió al más pequeño. Los bebés pequeños se despiertan mucho de noche, es la inteligencia de la fisiología para garantizarse que la madre no se aleje, ya que ellos no sobrevivirían. La leche materna se digiere en pocos minutos porque el niño puede pedir con frecuencia y no dormir profundamente. Dar la teta eleva los niveles de prolactina y oxitocina en la madre, lo que le genera relajación y apego físico a su bebé. Está pensado todo como una relojería. Hay que priorizar a quien no puede salvarse solo. Si todo está tan bien diagramado, ¿por qué las lactancias fracasan? Hoy en día tenemos que aprender a dar la teta. Aunque el conocimiento filogenético esté, estamos rodeadas de publicidad y discursos controversiales, hemos dejado de lado la sabiduría ancestral y aquella información que se transmitía de generación en generación. Por eso es importante que los padres puedan sentirse acompañados por un profesional en lactancia que les enseñe cómo es una prendida correcta y efectiva, qué quiere decir lactar a demanda y cuándo el niño hace una succión efectiva. Ese saber lo tienen muchos médicos pediatras (no todos), muchas enfermeras y las puericultoras.

La producción de leche se mantiene en relación con el estímulo, si el estímulo del bebé está hecho en forma correcta, con la frecuencia adecuada, la producción se adapta perfectamente a sus necesidades. Para esto el bebé puede estar en una posición especial que le permita abrir su boca, tomar gran cantidad de pecho y hacer una succión ondulada, rítmica y vigorosa, profunda. Además, el niño es el que decide cuándo quiere, cuánto quiere y de qué pecho quiere. Aunque la demanda bien entendida incluye ocho tomas como mínimo al día.