La lactancia es la continuidad del parto y un hecho sexual

El cuerpo está tan preparado para lactar como lo estuvo para gestar. No hay mujeres a las que se les “seca” la leche o que tienen “mala” leche. Imaginemos que llegamos hasta aquí como civilización gracias a la leche materna, y como somos hijos de los más aptos, la función de producción de leche puede estar muy bien diseñaba porque en este hecho se juega la vida de la especie. La leche es un fluido vivo y, como tal, no puede compararse con un cóctel de nutrientes, ya que transmite inmunidad específica, inmuniza al bebé contra los gérmenes con los que están en contacto sus padres. La leche materna cambia todo el tiempo. No es la misma a la mañana que a la tarde, ni es la misma la de una teta que la de la otra, ni es la misma cuando el bebé tiene un mes que cuando tiene tres meses. Porque se adapta a las necesidades de cada niño en particular según cada momento. Entonces no hay por qué defender la lactancia, la lactancia se defiende sola, porque es lo natural para proteger al bebé y a la mamá de numerosas dificultades. Además en la lactancia se ven implicadas las mismas hormonas que en el acto sexual, y muchas mujeres llegan a dar la teta sin haberse tocado o mirado los pechos por pudor. Por esta razón necesitamos propiciarle a la mamá un ambiente seguro e íntimo para que pueda amamantar con placer y sin sentirse observada. ¿Quién puede hacer el amor cuando tiene diez espectadores?

Recordemos las necesidades de los gemelares: estar juntos. Los hermanos mellizos se conocen más entre ellos que a la propia madre, se necesitan, conocen el cuerpo del otro como el propio. Es importante no separarlos, tampoco a la hora de dormir, están acostumbrados a hacerse mimos, tocarse y enredarse.