De ser hijos a ser padres

Aunque seamos mayores e independientes, antes de ser padres siempre seguimos siendo hijos, y muchos de nosotros aún seguimos siendo niños pequeños necesitados. Incluso algunos buscamos una pareja que haga las veces de madre o padre o sostén. Cuando llega el primer hijo, es imposible no sentirse transformado profundamente, no sentir transformada nuestra identidad. De pronto cambian las prioridades, los deseos, las necesidades, y tenemos que reconocernos en un nuevo rol, que tiene a nuestros padres como pares y abuelos. Empezamos a entenderlos a ellos, los nuevos abuelos, y a necesitarlos, porque ser padre despierta al niño interior, con sus alegrías y sus tristezas. Entre todos los sentimientos encontrados los padres muchas veces sentimos que no podemos con la responsabilidad que implica un bebé, sentimos perder libertad, inocencia, y el cansancio parece volvernos locos. Sin embargo, es una época maravillosa para convertirse en lo que uno quiere ser; si el mundo ya está patas para arriba, hay que aprovecharlo para hacer cambios, profesionales y personales. Es adecuado dejar que se caigan las estructuras y permitirse vivir las contradicciones. El mundo paró para nosotros aunque el día laboral empiece todas las mañanas. La clave es no asustarse, buscar otros padres y verificar que todos sentimos parecido, ser papás es un nuevo mundo en el que no estamos solos.